Apuntes literarios sobre la ausencia de mi bella flor en el jardín de mi vida.

"Se espera el momento de ganar la victoria y se espera el amor y se espera la gloria y se cortan morados ramos de lilas que semejan besos muy fatigados".

Apollinaire.

Autor: Abner Pantoja

Publicado en: Aprender a Escribir.

 

Dedicado a: mi ausente dama.

De un tiempo acá he retomado el hábito de descansar, toda vez que he comprendido tal y como nos lo enseña el filósofo alemán Heidegger en su libro: "El ser y el tiempo" que precisamente esto último es una percepción relativa en nuestra realidad. En el momento en que decidí que no sólo basta con vivir de la motivación (finalmente eso es un recurso), sino que tengo que retomar mi obsesión creativa que, estoy tomando e iniciando nuevos proyectos. Y a pesar de ello, me doy tiempo de descansar.

En mi descanso, previo a dormir, leyendo a García Márquez, me re-encontré con ésta frase un tanto olvidada y que tiempo atrás fue hermosa para mí, cito: "Yo soy una orquídea tropical". Inmediatamente y como es mi extraña costumbre relaciono una imagen de pensamiento con otra: recordé que hace miles y miles de segundos que no veo y converso, aunque sea fugazmente mas no trivial con… Por eso es que en estos "bocetos sabinistas" he deseado al recuerdo nostálgico darle color con la ausencia del color.

¿Orquídea blanca, tulipán rojo/naranja, margarita amarilla, lila morado…?

Gracias a éste relato me empiezo a curar, y sobre todo, y realmente esto es lo que resulta importante y trascendental, empiezo a comprender la conducta humana de tan peculiar dama. Tiene para mí demasiado contenido de retroalimentación. Me agrada su discreción su pulcritud y su tenue liderazgo; es una presencia fantasmagórica, que no terrorífica.

Quiero decir que es como el poeta Rilke describe a la flor: es efímera pero tenaz, conserva su aroma hacia sus propias postrimerías, muere exhalando un olor que compensa en cierta medida la desesperanza que suscita su desaparición.

Por eso digo que aún cuando está ausente en mi realidad cotidiana, no la he extrañado (no sólo porque se que pronto la volveré a ver), toda vez que su perfume olor a liderazgo se ha quedado impregnado en mi nariz admiración.

Aún cuando estoy viviendo la presencia de su ausencia, me preparo para que cuando se de el reencuentro, tenga la habilidad del jardinero de extraer lo mejor de ella. No quiero estar con la sombra de su belleza, quiero vivir su hermosura.

Mi objetivo a partir de ese momento será: disfrutar su compañía, conocerla, para explicarme mejor, cito la siguiente frase:

"La rosa se envuelve a sí misma, como si deseara preservar un secreto que está ante los ojos de todos, pero tan certeramente oculto que sólo puede develarlo quien sepa como llevar a cabo la mutación de lo exterior a lo interior" De la Peña.

Y se que lo voy a lograr pues cuanto con la magia.

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